Un paréntesis

Enviado el 20/07/22
– Los miércoles de música y libros 074-

Un libro no debería ser un espejo.
Un libro debería ser una puerta.
Fran Lebowitz, escritora

Fran Lebowitz es una escritora neoyorquina que no tiene ordenador ni móvil ni ningún libro escrito en los últimos 27 años.

No será por capacidad, una mente brillante y una lengua mordaz que sigue agitando a sus 71 años.

Tiene bloqueo del escritor.

Hace poco le preguntaron (le preguntan mucho, vive de contestar preguntas).

Dijo:

«Mi editor (que siempre que le presento como mi editor apunta, «el trabajo más fácil en la ciudad»), dice que mi parálisis al escribir es porque tengo una reverencia excesiva por la palabra escrita, y creo que probablemente esté en lo cierto».

Yo tengo ordenador, móvil y ningún libro escrito en los últimos 27 años. En esto último, y en reverenciar la palabra escrita, me parezco a Lebowitz. En lo del bloqueo, no.

Porque tengo muchos textos que escribir, y estoy escribiendo, antes de la gran falla que es agosto.

Nada que quizá no sepas, sea lo que sea a lo que te dediques. Agosto es en muchos sectores un pequeño fin del mundo que conjuga proyectos que tienen que estar acabados, calor y cansancio.

Este pasado lunes no pude escribirte (no busques el correo de cine y series en spam), y tengo (necesito) abrir un paréntesis en esta lista.

Me gustaría ser capaz de escribir correos en 15 minutos y programarlos, pero si me sigues un tiempo sabes que estos correos son de otra cocina.

(y además no tengo, mal por mí, guardados en la nevera. Algo a corregir)

Volveré en septiembre con nuevos ingredientes, y con nuevas entrevistas en Detrás del Teclado, que parafraseando a Lebovitz sean puertas y no espejos.

Mi única llamada a la acción es que zarandees lo que quede de verano y recojas sus mejores frutos. Que disfrutes, como los cronopios de Cortázar entre las flores, de los placeres veraniegos. Sin culpas.

Como Lebovitz, que contestó esto cuando le preguntaron por sus «placeres culpables»:

«El placer nunca me hace sentir culpable. Es increíble que exista esa expresión, a menos que tu placer sea matar a gente… Mis placeres son totalmente benignos. Nadie se muere, no molestan a nadie. Vivimos en un mundo donde la gente no se siente culpable por matar, no se siente culpable por enjaular bebés en la frontera… ¿Y yo debería sentirme culpable? ¿Por qué? ¿Por repetir espaguetis? ¿Por leer una novela policíaca?».

Pues eso.

Hasta mi vuelta en septiembre, salud, disfruta y mucha tinta.

Michel Toumi


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